En unos pocos días me he enfrentado a varias situaciones que suponían despedida: despedida de una colaboración profesional, despedida de unos amig@s, despedida de unos familiares, despedida...
En todas y cada una de ellas la sensación de desgarro ha sido muy importante. Además, se sumaba la sensación de que siempre se podía haber hecho mejor, que hay cosas que se me han quedado en el tintero y que no he dicho, a pesar de que me hubiera gustado decirlas. Esta sensación se acrecienta hasta el infinito en el caso de un familiar que está muy enfermo y con el que siento que no voy a vover a coincidir nunca más...
Cuando me despedía de esta persona pensaba en que seguramente la próxima vez que la vería sería en una situación mucho más dolorosa y en la que ella sería la protagonista ... luego ahondando en este pensamiento me dí cuenta que nunca sabemos cuando nos despedimos de alguien si ésta va a ser la última vez que veamos a esa persona de la que nos estamos despidiendo o bien por su parte o bien por al nuestra. Es una sesnsación muy inquietante que me produce una gran pena...
Obviamente, no se trata de hacer tragedias cada vez que nos despedimos de alguien pero si sería importante caer en la cuenta de que puede ser nuestra última oportunidad para comentarle aquello que nos gustaría decirle(si es positivo claro).
Yo en este momento no me encuentro especialmente a gusto con mi despedida creo que podía haber sido mucho más cercana y cariñosa (muchas veces el ser prudente es una solemne tontería porque nos cohibe de hacer y decir las cosas que realmente nos pide nuestro corazón hacer y decir).
A modo de despedida quiero rendir mi homenaje a este familiar cuya entereza y voluntad por vivir tiene sorprendidos a la comunidad médica y a toda la familia.
Un beso muy fuerte para tí Ana y para toda la familia que sé que lo está pasando muy mal.
Alicia Alberola.
6 comentarios:
Es cierto, nunca nos quedamos del todo completos al sentir una despedida. Cambian las etapas y las personas, y en esos cambios nosotros también evolucionamos.
Algo que admiro es la gente que se va de esta vida lleno de paz y aceptación, pasó con un allegado mío hace relativamente poco y nos dejó con estos versos de Machado...
"y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos de la mar."
Estoy completamente de acuerdo contigo María, siempre nos falta algo por decir o por lo menos así lo sentimos.
Por otro lado, mi profunda y más sincera admiración para personas que ante el final son capaces de reaccionar de este modo que nos cuentas.
Un abrazo Maria.
Hola Alicia y María, como todo en esta vida, hasta que uno no llega a sentir o pasar por una experiencia, en este caso la experiencia de que quizás mañana no vaya a estar en este mundo, es normal que nos sea muy difícil comprender cómo algunas personas pueden tener esa capacidad de aceptación de la muerte, de dejar este mundo sintiéndose tranquilas o en paz. De hecho muchas personas que se han ido así, o que se metieron en un quirófano pensando que no saldrían de él, siempre tuvieron miedo a la muerte, hasta que se enfrentaron a ella.
Respecto a las despedidas Alicia, sé a lo que te refieres. A mi me pareció algo semejante cuando era pequeña. Mi tío que era como un segundo padre para mi, un verano, cuando volvíamos de excursión al chalet en el que estábamos se dio cuenta de que estaban todas las puertas de fuera del chalet abiertas de par en par. Yo como investigadora y periodista con ganas de saber qué había pasado, con tan solo ocho años o diez, subí las escaleras para entrar por la puerta principal del chalet, vino mi tío por detrás, me cogió del brazo y me sacó de la entrada. Todo esto junto a su "regañina" de que por qué había hecho eso, que "podría haber ladrones o personas que me hiciesen cualquier cosa al ver que mientras robaban les habían pillado". Esa noche cené con mi tío, mi tía, mi primo, mi hermana y mis padres... Todas las noches como siempre le daba un maravilloso beso de buenas noches a mi tío "Jose", y esa noche, antes de irme a dormir, di besos a todo el mundo menos a él, que incluso me lo pidió. Estaba enfadada con él porque no me había permitido atravesar esa puerta ni saciar mi curiosidad "por mi bien" (eso lo sé ahora). El caso es que esa misma noche, tuvo un infarto, entró en coma, y nunca me despedí de él, es más, el quiso despedirse de mi pidiéndome un beso de buenas noches y yo se lo negué. Me acuerdo que me encantaba el pan bimbo con mantequilla por la mañana, y pedí que por favor si salía del coma, no tomaría más pan bimbo con mantequilla... no tomé ni uno durante el tiempo que estuvo en coma, pero falleció.
Hoy, aunque me hubiera gustado tener una despedida en condiciones, como él se merecía, sé y estoy segura de que era y es, porque aún le tengo presente, tan buena persona, que entendió mi niñatada y que me ha perdonado. No obstante, como suele ocurrir muchas veces, la que no se perdona, soy yo.
Siento haberme extendido. Os deseo lo mejor a las dos.
Un abrazo,
Marta
Muchas gracias Marta por compartir tu experiencia con tod@s nosotr@s.
Como muy bien dices la inmensa mayoría de las veces somos nosotros mismos los que no nos perdonamos o sentimos que se podía haber hecho mejor...
Unas preguntitas: ¿ganamos algo con esta actitud? ¿es positiva para alguien? ¿vivir con ese sentimiento no es un cierto lastre emocional? ¿hasta cuando vamos a permitir que este sentimiento esté presente en nosotros?...
Mil gracias Marta por pasarte por mi jardín...aunque algo mustio en estos momentos.
Alicia
Dar lo mejor de nosotros a cada una de las personas con las que estamos y compartimos nuestro tiempo es la mejor manera de quedarnos satisfechos en caso de que por alguna razón debamos separarnos.
Quedarnos con la conciencia "lastrada" por haber sido rácanos emocionales, nos perjudica. La mejor manera de tratarnos, es tratando bien a los demás... de esa manera sé que si algún día dejo de velros tendré mi conciencia junto a mi, como la mejor aliada, ya que sabré que dí de mí lo mejor, mi autenticidad y mi emoción.
Alicia, eres muy valiente al compartir esto- ¡Gracias!
Gracias Borja por tu aportación. Llevas mucha razón es siempre mejor darlo todo lo que podemos o queremos dar mientras la otra persona nos puede oir y sentir...luego ya no merece la pena y es un lastre.
Bravo Borjis!
Alicia Alberola.
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